Cada 11 de octubre se recuerda el día de la mujer boliviana en honor al nacimiento de la escritora, maestra, poetiza, luchadora social Adela Zamudio, quien desde niña demostró grandes aptitudes literarias, siendo la precursora de la pedagogía, con un profundo contenido social y cultural, luchando constantemente por las mujeres bolivianas y sus reivindicaciones.
La iniciativa de recordar la memoria de Adela Zamudio y así instituir el día de la mujer boliviana, fue iniciativa de la única presidente mujer que tuvo Bolivia, Lidia Gueiler Tejada, durante su corto mandato en 1980. Ella dictó el Decreto Supremo instituyendo el 11 de octubre como el “Día de la Mujer Boliviana”, que sin embargo no ha sido aún elevado a rango de Ley. (referencias extraídas de FMBolivia.com)
A modo de felicitar a las mujeres bolivianas por todo lo que nos brindan, compartimos contigo uno de los más célebres poemas de Adela Zamudio.
¿QUO VADIS?
Sola, en el ancho páramo del mundo,
Sola con mi dolor,
En su confín, con estupor profundo
Miro alzarse un celeste resplandor
Es él, aparición deslumbradora
De blanca y dulce faz,
Que avanza, con la diestra protectora
En actitud de bendición y paz.
Inclino ante Él mi rostro dolorido
Temblando de ternura y de temor,
Y exclamo con acento conmovido:
-¿A dónde vas, Señor?
– La Roma en que tus mártires supieron
En horribles suplicios perecer
Es hoy lo que los Césares quisieron:
Emporio de elegancia y de placer.
Alli está Pedro. El pescador que un día
Predicó la pobreza y la humildad,
Cubierto de lujosa pedrería
Ostenta su poder y majestad.
Feroz imitador de los paganos,
El Santo Inquisidor
Ha quemado en tu nombre a sus hermanos…
¿A dónde vas, Señor?
Allá en tus templos donde el culto impera
¿Qué hay en el fondo? O lucro o vanidad.
Cuán pocos son los que con fe sincera
Te adoran en espíritu y verdad!
El mundo con tu sangre redimido,
Veinte siglos después de tu pasión,
Es hay más infeliz, más pervertido,
Más pagano que en el tiempo de Nerón.
Ante el altar de la deidad impura,
Huérfana de ideal, la juventud
Contra el amor del alma se conjura
Proclamando el placer como virtud.
Las antiguas barbaries que subsisten,
Sólo cambian de nombre con la edad;
La esclavitud y aun el tormento existen
Y es mentira grosera la igualdad.
Siempre en la lucha oprimidos y opresores
De un lado, la fortuna y el poder,
Del otro, la miseria y sus horrores;
Y todo iniquidad… Hoy como ayer.
Hoy como ayer, Los pueblos de la tierra
Se arman para el asalto y la traición,
Y alza triunfante el monstruo de la guerra
Su bandera de espanto y confusión.
Ciega, fatal, la humanidad se abisma
En los antros del vicio y del error.
Y duda, horrorizada de sí misma…
¿A dónde vas, Señor?